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Hasta que inevitablemente sonaba el timbre de la puerta, entonces, de repente surgía la ansiedad y el desamparo, el afilado silencio, la inmovilidad y el miedo. Sabio y crudo consejo que hemos ido aplicando posteriormente en nuestra propia vida con rigor cartesiano, pero que en su momento, no siempre fue tan eficaz. Ya que la inocencia y la insaciable curiosidad de entonces, nos lo hacia fácilmente olvidar. La ultima parte de la obra, esta basada en un hecho real que le ocurrió, curiosamente, a mi hija con su paciente abuelo, mi padre.